Como dice el filósofo Byung-Chul Han, nos hemos convertido en “infomaníacos”, adictos a nuestra dosis cotidiana de información-sorpresiva,



* ¿Por qué comparto esto? Porque creo que el conocimiento útil para los usuarios debe ser liberado y analizado para un mejor entendimiento del escenario actual de comunicación digital.
“QUIEN NOS ALTERA, NOS CONTROLA (…Y EL ALGORITMO LO SABE)
Los felices años 20 se tornaron en sobresalto, fragilidad y perplejidad. Buscando respuestas a nuestras preguntas, descubrimos que la inteligencia artificial sólo calcula, correlaciona; y, lo que es peor, sabe jugar hábilmente con nuestras emociones para reafirmarnos en nuestras convicciones. Así que nos dimos cuenta de que no nos quedaba más remedio que ponernos a pensar por nosotros mismos, sin subcontratar el pensamiento de los demás.
La cuestión es que nuestro pensamiento se activa desde el asombro, desde el estupor, es decir desde la emoción. Por eso la IA no puede pensar, porque no se le pone la carne de gallina como a nosotros. La IA no siente emoción -no posee “pathos”- por eso es apática, sólo es capaz de calcular perfectamente. Ni siente ni padece.
Así que, por un lado, la buena noticia es que la emoción desencadena nuestro pensamiento. Pero por el otro lado, la no tan buena es que parece que el “Thinker” ha sido desplazado por el “Feeler”, en un mundo en el que lo emocional lo ha invadido casi todo, arrinconando lo racional. La bulimia emocional avanza.
De hecho, y tal como dice el filósofo Byung-Chul Han, nos hemos convertido en “infomaníacos”, adictos a nuestro chute cotidiano de información-sorpresiva, estimulante, sin importar los hechos, noqueando nuestro sistema cognitivo, que no tiene tiempo ni para pensar racionalmente ni para descubrir la verdad de las cosas. ¿No hemos convertido la información en un entretenimiento, que masajea nuestras convicciones previas, en vez de in-formación para construirnos un buen criterio? ¿Nos ha convertido ya nuestra “infomanía” en un “Phono Sapiens”?
Los algoritmos están felices de que lo emocional se haya impuesto a lo racional, saben muy bien cómo radicalizarnos, tocando la fibra exacta para provocarnos emociones de ira, miedo o diversión. El algoritmo sabe muy bien que quien nos altera nos controla. Le escuchamos a lo lejos decirnos: “Sentid, sentid, malditos!”.
Frente al imperio de lo emocional ¿no ha llegado ya el momento de recuperar el espíritu de la Ilustración, que promovió la luz crítica de la razón, frente a los prejuicios heredados de la ignorancia, de los dogmas y de la superstición?¿Momento de equilibrar lo emocional con lo racional?”. Tomás Pereda Riaza.
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